Ser el centro, por excelencia, donde convergen todos los actores del hecho educativo y de la sociedad en general, incentivando proyectos que estimulen la formación holística, es decir, integral; de acuerdo con una concepción cristiana del hombre, del mundo y de la historia.
Impartiendo aprendizajes significativos y con sentido de pertenencia. Siendo el niño y el adolescente los ejes de nuestro quehacer educativo, en los derechos del hombre y en la doctrina social de la Iglesia.